jueves, 17 de junio de 2010

Fifa World Cup

Es evidente que el país se ha detenido un mes por un evento socio-cultural que involucra al mundo entero. Es evidente que el estado de ánimo de la mayoría de la población esté determinado por tal evento. Para quienes son amantes del fútbol su vida se ha reducido al fútbol, y para quienes no lo son…también. Es Inevitable no estar enterado ni con la cabeza saturada de países que nunca antes oyeron mencionar, con nombres de jugadores que probablemente no volverán a oír y que, encima, cuando quieren salir de compras en horas de partido de la selección posiblemente no los atiendan porque el encargado del negocio estará prestando atención a la televisión, porque uno nunca sabe en que instante se vendrá el gol.

Ahora si, me he detenido en los argumentos de los dos bandos en los que esta dividido el país hoy en día. He escuchado a quienes no han visto un partido de fútbol en su vida mas que cuando veían la repetición del gol de Maradona a los ingleses, o en algún canal de cable cuando la novela de las cinco no había comenzado: Ver a ventindos, (¿o ventitres? Se preguntan algunos) hombres corriendo una pelota a lo largo de un extenso campo, con un hombre de negro señalando vaya a saber uno que, porque siempre se discute lo que dice, y con gente conmocionada que se detiene a gritar, y hasta a llorar con congoja ante una perdida, mientras los veintidos, o veintitres, corren tras la pelota hasta llevarla a un arco y allí definir lo que llaman gol, como sea, es absurdo. (Debo decir que de quienes escuche estos comentarios, creen en la vida sedentaria, o a lo sumo en la nueva técnica Pilates)

Pero también he escuchado a mi padre, a mis pares, a mis tíos, a mis vecinos, y hasta a algún desconocido en un remis o un colectivo, hablar de que el mundial no es solo fútbol. Es el despliegue de la pasión, es la identificación, nuestro momento de sentirnos nacionales, idóneos en alguna tarea… pero debo decir, que no son estos los argumentos que mas me han sorprendido. He aquí, el que se ha llevado el premio: “El mundial es una oportunidad de integración entre culturas” ¡¿INTEGRACIÒN? Que a mi no me mientan! Son los mismos que se sientan en frente de la televisión (o aquellos suertudos que pueden verlo desde el estadio) que insultan a los contrincantes alegando su derrota por su raza, etnia, religión, colores de botines, sea lo que sea ¡Que contradictorio que un evento que exalta nuestro nacionalismo sea ahora un nicho de integración racial! No hay lugar para creer en la multiculturalidad cuando se realizan cánticos desenfrenados con gotas de sudor en la frente, mientras se mira al horizonte con mirada esperanzada, se reza a alrededor de 25 santos con una vela prendida a cada uno, se lleva la biblia debajo de un brazo y el corán debajo del otro como ultimo recurso, mientras las barras de la hinchada a penas se pueden poner de acuerdo en que temas cantar cuando no están peleándose por cual de los equipos locales es mejor, o cuando no hacen piedra papel o tijera, para no ser el próximo deportado.

La competencia, la rivalidad se justifica en la pasión, al menos, eso es lo que dicen. Es fácil claro, con un sentimiento de tal magnitud, uno alega a que este acarrea otros sentimientos que son no tan gratos. Pero la discriminación, el racismo y la xenofobia son extremos no tan justificables. El odio entre culturas es una realidad que subyace en muchos ámbitos, pero el fútbol aparece como el plano ideal para manifestarlo, porque tenemos la “pasión” que lo encubre de una forma más…ornamentada. Es entonces cuando se pone en duda de donde es que nace la real necesidad de ganar un partido. Lo cual es discutible, porque es subjetivo, pero aun así, podemos encontrar la raíz de la ecuación en dos puntos: el primero, el sentimiento nacional real, que incluye el embanderarse en la historia nacional, fusionarse con el resto para así lograr un único corazón que late a la par por el país, cantos al unisono con la misma fuerza en todas las voces, dar todo de uno por una selección que se “juega la vida” por la Argentina. Pero esta también, la otra idea: La imperiosa necesidad de ganar solo para demostrar a los otros que somos mejores y con esa misma altanería nace de nuestras bocas como vomito verborragico una sarta de insultos, acusaciones y ofensas ante el equipo rival.

No digo que esta sea cosa de los argentinos, pero eso si, lo hacemos mas evidente. Pero vamos, ¡no reprimamos sentimientos!.. El mundial… es solo cada cuatro años.



Macarena Perez

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